¿Qué es la psicomotricidad fina?
La motricidad fina son aquellos movimientos que requieren especial atención, destreza y dominio. Para realizarlos con eficacia, es fundamental contar con un buen control de grupos musculares pequeños con los que consigamos movimientos precisos, especialmente de nuestros miembros superiores (brazos-manos-dedos). Un ejemplo muy típico es el de sostener entre nuestros dedos índice y pulgar un objeto pequeño, realizando la conocida «pinza».
Pero la motricidad solo representa la parte dinámica del movimiento que podemos realizar. A medida que vamos evolucionando, adquirimos ciertas habilidades que nos permiten combinar nuestra motricidad con estrategias determinadas para realizar gestos específicos que nos permitan conseguir un fin. Aquí entra en juego nuestra psicomotricidad. Y es que cuando cojo una pieza de un puzle para colocarla en su lugar no solo estoy coordinando músculos, ¡sino también poniendo en marcha todas mis habilidades para lograr mi objetivo!
Existe una gran variedad de definiciones de distintos autores para el término «psicomotricidad», así como distintos enfoques, técnicas y filosofías que se ven representadas en esta concepción. Lo que debe estar claro, es que la psicomotricidad no se basa en ejercicios físicos o movimientos de grupos musculares, sino en las destrezas y habilidades (desde las sensoriales y motoras hasta las cognitivas, emocionales y sociales) que se combinan para que los movimientos permitan alcanzar un fin.
El ejemplo más claro, es la grafomotricidad: En un inicio podemos «agarrar» el lápiz de formas diferentes, por la simple casualidad de dejar una huella gráfica, pero cuando nuestra musculatura (junto con nuestras articulaciones y vías sensoriales) está preparada, conocemos cual es la función del lápiz y sentimos cierta motivación en el aprendizaje, trabajamos la coordinación y control de nuestros movimientos de forma más precisa para resolver esta tarea. Para ello, ponemos en marcha no solo nuestra función motriz, sino también habilidades del área cognitiva, sensorial psicológica y socioemocional.
De esta forma, gracias a lo «corporal» se van experimentando cambios que mejoran el resto de capacidades y favorecen el aprendizaje. Por ello, es importante encontrar materiales que nos ayuden no solo a potenciar la parte «motora» sino a integrarla en el desarrollo como una pieza más para la evolución de la persona en su globalidad, en sus aspectos físicos, sensoriales y cognitivos en relación al entorno social en el que se desenvuelve.
Etapas de la motricidad fina
¿Has oído alguna vez la importancia que tiene el gateo en los bebés para la futura adquisición de la lectura y la escritura? ¡No es ningún mito!
Como sabemos, la evolución del área motora sigue dos leyes psicofisiológicas fundamentales: céfalo-caudal (desde la cabeza hasta los pies) y próximo-distal (desde el eje central del cuerpo hacia las extremidades). Esto supone que es imprescindible adquirir una adecuada motricidad gruesa para poder evolucionar con éxito en el desarrollo de la motricidad fina.
El conocimiento del esquema corporal, la experiencia táctil, la integración bilateral, la motricidad buco-facial, la organización espacial y temporal, así como la discriminación visual y auditiva juegan un papel muy importante en la construcción de la motricidad fina.
Por ejemplo, en la coordinación bimanual, los niños y niñas comenzarán por usar las dos manos juntas simétricamente (golpeando objetos entre sí), y después podrán mantener una mano inmóvil mientras la otra se mueve.Por último, aprenderán a coordinarlas para trabajar juntas mientras ambas hacen tareas diferentes (como al utilizar las tijeras).
En este perfeccionamiento de grupos musculares pequeños también van a jugar un papel muy importante el desarrollo de otros aspectos como el conocimiento del esquema corporal, la experiencia táctil, la integración bilateral, la motricidad buco-facial, la organización espacial y temporal, así como la discriminación visual y auditiva.
¿Cómo favorecer el desarrollo de la motricidad fina?
Las competencias motrices necesarias para desarrollar la psicomotricidad fina de miembros superiores se trabajan entorno a tres conjuntos de actividades:
- Actividades para el desarrollo de la destreza de manos
- Actividades para el desarrollo de la destreza de dedos.
- Actividades para mejorar la coordinación óculo-motora integrando la percepción visual con los movimientos de la mano, muñeca, brazo y antebrazo.
Algunos ejemplos de actividades pueden ser:
- Hacer masas sensoriales y manipularlas.
- Tocar instrumentos de percusión.
- Jugar a la peonza y a los bolos.
- Encontrar objetos escondidos en cajas de arroz, semillas o arena.
- Pintar con los dedos, con pinceles y escribir sobre diferentes texturas.
- Realizar puzles, encajables, torres y construcciones.
- Utilizar pinzas en distintos juegos de clasificación y seriación.
Productos Eneso para el desarrollo de la motricidad fina
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